DEMASIADA GENTE






«Demasiada gente» es el título de mi sexta obra literaria completa, quinta novela desde que comencé mi andadura literaria con «Aquel viernes de julio» allá por 2012. Como aquel libro primero, «Demasiada gente» surge de una conversación en la farmacia en la que he pasado una parte importante de mi vida. Si aquella vez fue entre dos clientes que esperaban su turno para ser atendidos, en esta ocasión nace del diálogo entre la mujer que protagoniza la historia y el que suscribe, que escucha y luego novela una biografía fascinante, como fascinantes son las historias de vida de tantas personas con las que nos cruzamos a diario por la calle sin saber nada de ellas, incluso las de nosotros mismos a poco que profundizáramos. Cuántas historias nos quedan por escribir a quienes necesitamos la literatura como forma de expresarnos y comunicarnos con el resto de los seres humanos.

Sí, es cierto, hay muchas vidas que son especiales, extraordinarias, pero pocas creo que lo sean como la de Fernanda, la protagonista de esta novela, a la que le robaron su cuarto hijo al nacer con la excusa de que había muerto durante el parto.

Desconozco la respuesta que los lectores darán a la pregunta acerca de qué va la novela cuando les pregunten. Quizás tampoco yo sepa responder, porque las novelas cuando se publican escapan a la tutela del escritor y cobran vida propia e independiente. «Demasiada gente» puede ser una historia sobre niños robados durante la dictadura franquista, uno de esos trescientos mil bebés arrancados a sus madres, a sus familias, a los que aluden las estadísticas de una época oscura de España que aún hoy resulta tenebrosa. Pero quizás ese solo sea el detonante, la idea que me permitió bucear para volver a descubrir algún aspecto de la naturaleza humana que Fernanda, o, más bien, la mujer que se esconde tras el personaje me iba a ayudar a descubrir a través de una vida, la suya, realmente extraordinaria. Y es que, por una parte, hay muchas novelas dentro de una novela, como también es cierto que no se sabe de qué van las novelas hasta mucho tiempo después de ser publicadas, cuando los lectores hablan, sienten y descubren las intenciones no reveladas por desconocidas, del autor al escribir. En mi caso he experimentado eso en todas las novelas que he publicado, y aguardo ansioso a encontrar el tesoro que guarda esta en sus profundidades. Aunque solo sea un tesoro valioso para mí.

Escribir «Demasiada gente» ha sido muy desgastante para mí. Ha sido muy complicado que vea la luz, una novela casi maldita, como maldita es la historia de estas madres a las que aún hoy se las ignora y se las condena al olvido o a la locura. A Fernanda le robaron su hijo en el hospital cuyo edificio es hoy sede de la soberanía popular, el Parlamento de Andalucía. Ningún correlato más potente que este para una historia de incomprensión, injusticia y desprecio desde el poder a uno de sus ciudadanos. Hoy, desde el poder, a ella y a las madres, padres y familias de esos trescientos mil bebés robados, se los condena al olvido, a que mueran con la herida irreparable cometida contra ellos, y que la falta de memoria de este país, esa memoria que volverán a enterrar los hijos del régimen que permitió aquello, dejará impune, lista para volver a repetirse de nuevas y subrogadas maneras.

Hoy me siento feliz, porque publicar «Demasiada gente» significa para mí pedirle perdón a Fernanda. Perdón por el daño que yo, como parte de la sociedad, le he causado. Sí, yo también le he robado a su hijo a Fernanda, todos lo hemos hecho, porque como sociedad permitimos que aquello sucediera y, lo peor, miramos para otro lado ante su dolor. «Demasiada gente» es una pequeña, modestísima reparación a una causa sin consuelo, mi contribución a que su historia, la de esas trescientos mil madres en España, y muchísimas en Latinoamérica y tantos países, no quede en el olvido. Me hubiera gustado hacerlo mejor. Ojalá aporte algo de consuelo, de dignidad a su causa. Al menos lo he intentado.

Gracias a María Padilla, a Padilla Libros, por confiar en esta obra y posibilitar que la historia de Fernanda se conozca. Y gracias a los que me acompañéis en este viaje del que hoy no sé si tendré fuerzas para reponerme.

LO QUE SE DICE POR AHÍ

ALBA LUCERA ESCRIBE SOBRE DEMASIADA GENTE

  2023-07-24 00:00:00   Manuel Machuca    0    401140

La bailaora Alba Lucera ha escrito en su muro de Facebook sobre "Demasiada gente":

Este mensaje va para Manuel Machuca y para quien quiera leerlo, porque este escritor lleva muchas voces en su prosa y vale la pena escucharlas...
Querido Manuel, acabo de terminar de leer en solo dos días tu última novela "Demasiada gente" y me ha llegado muchísimo: tu manera de narrar tan cercana a la voz misma del personaje de Fernanda, su historia conmovedora y tan "révoltante" como se diría en francés -que despierta la voluntad de rebelión, que suscita una reacción epidérmica ante un nivel de crueldad inaceptable...
Me impactó descubrir esta parte oculta, o más bien ocultada, y tan inhumana de la historia de este país -el robo de bebés a mujeres que no tienen nada para defenderse, organizado en los hospitales durante el franquismo y más allá-, así como de demasiados otros países que operaron de manera similar en sus repetidas dictaduras...
La historia de Fernanda, una de tantas otras madres, es muy fuerte (para encontrar un adjetivo cuando no hay palabras para describir lo indescriptible) y tendría que darse a la luz de manera mucho más visible... tu novela es un libro para leerlo en la escuela y más en esos tiempos de vuelta hacia atrás en los extremos políticos...
Me conmueve y te agradezco por ser como eres, por colocar la dimensión humana por delante de la literatura, y eso con el talento de escritor y narrador que tienes.
Me da coraje que las editoriales no se hayan percatado antes y de manera más inmediata en tu manuscrito, que esta historia a su vez invisible y mayúscula no haya dado lugar a una más pronta publicación con difusión a gran escala, pero lo importante es que el libro haya encontrado su lugar para existir y compartirse. Afortunadamente, esta novela sobre un hecho real la escribiste tú y está viva para todos sus afortunados lectores, para Fernanda y quizás su hijo desaparecido, así que enhorabuenas mil y gracias por seguir escribiendo y transmitiendo historias que necesitan una voz...

Y yo solo puedo agradecer sus palabras

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ISMAEL ROJAS ESCRIBE EN SU BLOG SOBRE

  2023-07-24 00:00:00   Manuel Machuca    0    118617

El profesor de filosofía y editor en Anantes Ismael Rojas Pozo escribe en su blog sobre "Demasiada gente" y me califica como un rastreador de historias Comienza así:

Manuel Machuca escucha y apunta. Qué capacidad de mirar a la cara y provocar que le cuentes hasta los últimos detalles de tus pensamientos. Este arte lo tiene bien practicado en la botica, allí se le suelta la lengua a cualquiera que necesite sacar los pesares, más parece una taberna que cualquier otro negocio. Con estos testimonios, al modo de una fórmula magistral, elabora él novelas como Demasiada gente. Cualquiera de quienes le conocemos podemos formar parte de sus historias, de alguna forma o de otra aparecen detalles que completan sus ficciones de verdad. 

Demasiada gente es su último desenlace. Una mujer que representa a toda una generación de sufridoras de las miserias que daba nuestra Sierra Morena, ese trozo de Alentejo español, pobre y anclado en el tiempo, cuyas lágrimas y sudores aún no han sido suficientemente novelados. Guadalcanal o Azuaga, que bien pudo ser Alanís o Cazalla, la tierra de mis antepasados; migraciones a la capital en búsqueda de menos infortunios. 

La dureza de los hechos que conforman la trama de la novela es tan conocida como olvidada. Pertenece a las conciencias de quienes los padecieron y al rubor de las personas que supieron de aquellos raptos de bebés para dárselos a familias pudientes que no podían tenerlos de forma natural. Manuel tira del hilo con la ayuda de Fernanda, su confidente aquí. [...]

Puedes continuar leyendo haciendo click aquí:

Agradezco sus palabras, que me emocionan. Qué puedo decir de quién me llevó de la mano a publicar mi primera novela.


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LOLA OPINA

  2023-07-06 00:00:00   LOLA    0    674273

La opinión más larga que ha llegado hasta ahora sobre mi último libro DEMASIADA GENTE merece que salga en una entrada del blog. Es de LOLA, y su opinióbn es esta:

Demasiada gente

Además de demasiada gente, en Demasiada gente hay muchas otras cosas. Hasta en la rabia hay un acento de ternura. Hasta en la desesperación hay un momento eterno para la esperanza que llega a causar rabia al sentido contrario, al del perdón o la comprensión. Hay mucha maldad soterrada metida en los corazones de demasiada gente. Hay un desprecio total y rotundo al daño que conocen, que saben que van a ocasionar; hay una negación absoluta de la bondad y de la devoción que expresan y con la que comprometieron sus vidas; hay un insulto intolerable a la vida humana, a la más vulnerable de las vidas y de los sentimientos; hay un pecado de arrogancia y maldad al que se supone que deben dar guerra sin cuartel, pero al que ignoran deliberadamente porque todos los tipos de depravación se reúnen en estos seres abominables. Médicos, monjas, seglares santiguadores mentirosos y mezquinos que se ocultan tras la falsa apariencia del servidor de dios, del amante de los más honestos gestos de generosidad y humanidad que fuesen posible.

Y es posible que en ?Demasiada gente? haya demasiada gente buena, demasiada gente paciente, bien pensada, que aún a pesar de todo esté dispuesta a perdonar a tanta gente mala y despreciable.

Después de leer este libro de Manuel Machuca titulado ?Demasiada gente?, y una vez conocido su contenido, llegado hasta el fondo de sus vísceras, de sentirme extenuada con el dolor de las víctimas, arrebata de ira con el impudor e impunidad de los malhechores, se me ocurre pensar, independientemente del tema religioso o del que solemos darle con total rigor y generosidad a la profesionalidad de los médicos, qué papel ejercía la justicia en todo este asunto, y se me hiela la sangre al pensarlo. Qué triunvirato divino, qué mezquindad, cuanta vileza y qué tamaña impunidad en torno a este, como a otros temas. Lo que no se supo en su día ya ha prescrito y los culpables se hallan libres de culpa. ¿Y sus conciencias? ¿Dónde las guardan? ¿Las han tenido alguna vez? ¿Prescriben en términos humanos la escasez o ausencia de ellas? ¿Pueden vivir sin que les duela eso que dicen que Dios nos dio y que se llama alma?


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LLEGÓ EL DÍA

  2023-06-19 00:00:00   Manuel Machuca    4    187597

Miércoles 14 de junio, 17 horas. Camas, provincia de Sevilla

 

Después de dar muchas vueltas en el automóvil, y sin comprender de forma adecuada las indicaciones de Google Maps, Ana y yo decidimos aparcar y buscar la casa de Fernanda a pie.

Recordé aquel día en el que fui a su casa a entrevistarla. Era otro domicilio e iba solo, sin saber muy bien lo que me iba a encontrar. A diferencia de aquella vez, esta visita era inesperada para ella, no sabía que yo iba a aparecer, aunque lo sospechara. Ana había inventado una excusa para visitarla, una amiga había comprado un apartamento cerca y quería aprovechar para saber cómo estaba.

Ana había conocido a Fernanda cuando ya el proceso de escritura había finalizado. La acompañé en su momento a casa de Fernanda porque leyendo el manuscrito de mi novela, se había enterado de que a Fernanda le encantaban las enciclopedias y quería llevarle una. Desde entonces las dos entablaron una amistad asentada a base de mensajes por WhatsApp y GIF de diversa índole.

Han pasado cinco años desde aquel día en el que Fernanda y yo nos conocimos en la farmacia y, al fin, el libro sobre la historia de su vida acababa de salir de imprenta. Entregarle el libro era algo que había soñado desde hacía mucho tiempo, en especial desde que su publicación se convirtió en una misión casi imposible por los rechazos al manuscrito en diferentes editoriales y las de algún imbécil que me encontré en el camino que se cree que su editorial es Planeta. Nihil novum sub sole.

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EL RINCÓN DE LOS LECTORES

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Cuéntame qué opinas de la novela

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Juana 2024-01-22 16:02:00
Parto diciendo que soy una humilde lectora, me cuesta terminar. Sin embargo, esta me ha encantado. Tiene un lenguaje coloquial y asequible, recordando al que en aquella época se utilizaba.
Me ha llegado al alma conocer este caso tan cerca. Por eso quiero felicitarte y a la vez, me uno a formar parte de aquella oscura sociedad en la cual había tantas y tantas cosas ocultas.
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Ana Varela 2023-10-22 12:57:00
Historia desgraciada de lectura rápida pero con poso lento q te deja pensando q realmente no ha pasado tanto tiempo de estas horribles vivencias para tantas madres y familias.
Muchas gracias.
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Manuel Alonso 2023-08-12 21:27:00
El libro lo leí en una tarde.
Te engancha desde la primera línea.
Es una historia desgarradora, una superviviente, como otras muchas anónimas, a las que dio luz con su valentía y tu ayuda, para poner en conocimiento de la sociedad algo que todo el mundo intuía pero nadie se atrevía a publicar.
En muchos hospitales de España en esa época sucedió, y casualmente con monjas de por medio.
Me encanto ese guiño, a los profesionales de la farmacia; distinguiendo unos más socio sanitarios- asistenciales y otros más socios- económicos empresariales.
Me supo a poco así que espero que pronto tenga otra historia tan interesante, como todas las que te he leído.
Enhorabuena!!!
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Ana Inés García 2023-08-08 16:16:00
¿Por qué necesitamos leer ?Demasiada gente??

Manuel Machuca nos sorprende una vez más con su novela más reciente.
?Escribo porque me duele, pinta porque le duele? y nosotros leemos una historia que, lamentablemente, se reitera a lo ancho del mundo.
Si la primera lectura va de una historia de dolor y esperanza, la lectura profunda nos invita a pensar el mal desde el placer satisfecho de maternar de unos pocos, desde la mirada capaz de ver y pensar la historia sin caer en la tentación de justificar.
Si viviéramos en un mundo sin dolor, ¿dejaríamos de hacer y de hacernos daño?
Manuel capta las voces, las hace propias y explícitamente se propone evitar el mito de la autenticidad. ¿Qué es lo auténtico en esta novela? Es la invitación a desalambrar lo individual y generar una forma de compañía; es pensarnos a través de personajes que también son personas reales, olvidadas, despreciadas, personas que tienen una voz y un modo de estar en el mundo, porque pensar a través de otros es una práctica política que hoy se nos hace urgente.
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Toya 2023-07-31 21:44:00
He terminado de leer Demasiada gente con la sensación agridulce que me producen las historias inconclusas, y que como ésta parece haberse quedado congelada a Las siete y cuarto (último capítulo), donde en un magnífico colofón escrito en su propia voz, Machuca deja que la esperanza haga equilibrios, sin sujeción, sobre las horas lentas de lo cotidiano, la melancolía de la incertidumbre o la nostalgia de lo que ya jamás volverá. Sobre una vida que continúa a pesar de ti y de mí y que no espera a nadie. Pero, también, es esa misma esperanza la que hace que Fernanda, la protagonista de su novela, se mantenga en la certeza de que la vida le va a traer noticias del hijo que le robaron al nacer. Esa ilusión jamás perdida, y ahora mucho más viva gracias al buen hacer de Manuel Machuca. Hablo de su certeza (y también la nuestra), que en un pulso contra el tiempo y contra los que no quieren ver, ella mantiene intacta: la única verdad posible, la de que su hijo no murió, la de su hijo vivo. Y es así como el autor, a través de la voz de Fernanda, nos va haciendo cómplice de su historia. La historia de la Garraposita, de su infancia vestida de miseria y desigualdades, de una vida donde el trabajo era el dueño de sus horas.
Tengo que reconocer que entré con escepticismo o quizá con la no aceptación de que pudieran ocurrir acciones tan aberrantes en el mismo año de mi nacimiento, no hace tanto. Dejar a una madre sin su hijo por el hecho de ser pobre, por haber nacido en el sitio y en el lugar equivocado. Mi incredulidad, imagino, se asemeja al desconcierto que sintió el autor la primera vez que la protagonista entró en su farmacia, donde empezó este camino que los dos han hecho de la mano.
Cómo es, entonces, la grandeza de esta mujer que me ha atrapado y la de su historia salida de la pluma de Manuel, que han hecho derribar mis prejuicios, mis dudas: ella a través de su humildad y de su lucha constante y Manuel a través del alma de su escritura. Los dos en una andadura para que se haga justicia.
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Félix Ceberio 2023-07-25 13:32:00
Historia emotiva, triste, escrita con gran delicadeza , respeto y humanidad
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SUSANA RANDON REYNA 2023-07-18 19:04:00
El hecho y eje central de la novela es el robo del hijo de la protagonista: Fernanda/Paula. Pero la historia, narrada con una extrema sensibilidad, ahonda en cómo se llega a ese hecho terrible. Las circunstancias expuestas, creo que la protagonista nació hace poco más de 70 años, nos parecen lejanísimas, pero tras el estupor inicial, he recordado como, en los años 60, en los bajos de mi vivienda, vivían hacinados los porteros y sus 7 hijos. ¡Demasiada gente! Algún propietario, quizás pensara que ya podían reprimirse un poco. Y, ¡nos parecía normal!

Es evidente que la España de 2023 no es perfecta, pero están proscritos y penados el trabajo y la mendicidad infantil, la escolarización es obligatoria, hay becas, salarios mínimos, regularización del trabajo doméstico,...y sobre todo, o como consecuencia de todo ello, la ciudadanía tiene consciencia de sus derechos y los defiende con dignidad.

Paula/Fernanda ha ido "a contrapelo", suavito pero tozuda, con inteligencia e inquietud natural. Yo que soy una patata con la informática, admiro su capacidad para introducirse en las redes sociales, a su edad, ¡vamos! , que por un sotfware de más o de menos se va a quedar ella sin indagar su verdad.

No sé a cuenta de qué noticia, hace años se habló bastante del robo de niños en la España postfranquista. Gracias Manuel por habernos recordado e informado de que es historia (espero) muy reciente, y por habernos presentado a esa magnífica persona que es Fernanda/Paula.
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Carmen Estellés 2023-07-06 09:37:00
Muy duro, crudo, difícil de digerir.
Gracias Manuel Churruca.
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Carmen Estellés 2023-07-06 09:32:00
Me llegó el paquete con Demasiada gente.
Empecé ha leer, no podía imaginar tanto dolor, sufrimiento, frustración en una niña y más tarde madre, la sensibilidad, empatia y dulzura de Manuel Machuca, me ha transpotado al mismisim infierno.
No podemos olvidar estos hechos. Por nosotros por las generaciones venideras.
Gracuas Manuel Machuca por tu valentía y forma de ver la vida.
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Lola 2023-07-04 09:20:00
Demasiada gente

Además de demasiada gente, en Demasiada gente hay muchas otras cosas. Hasta en la rabia hay un acento de ternura. Hasta en la desesperación hay un momento eterno para la esperanza que llega a causar rabia al sentido contrario, al del perdón o la comprensión. Hay mucha maldad soterrada metida en los corazones de demasiada gente. Hay un desprecio total y rotundo al daño que conocen, que saben que van a ocasionar; hay una negación absoluta de la bondad y de la devoción que expresan y con la que comprometieron sus vidas; hay un insulto intolerable a la vida humana, a la más vulnerable de las vidas y de los sentimientos; hay un pecado de arrogancia y maldad al que se supone que deben dar guerra sin cuartel, pero al que ignoran deliberadamente porque todos los tipos de depravación se reúnen en estos seres abominables. Médicos, monjas, seglares santiguadores mentirosos y mezquinos que se ocultan tras la falsa apariencia del servidor de dios, del amante de los más honestos gestos de generosidad y humanidad que fuesen posible.

Y es posible que en ?Demasiada gente? haya demasiada gente buena, demasiada gente paciente, bien pensada, que aún a pesar de todo esté dispuesta a perdonar a tanta gente mala y despreciable.

Después de leer este libro de Manuel Machuca titulado ?Demasiada gente?, y una vez conocido su contenido, llegado hasta el fondo de sus vísceras, de sentirme extenuada con el dolor de las víctimas, arrebata de ira con el impudor e impunidad de los malhechores, se me ocurre pensar, independientemente del tema religioso o del que solemos darle con total rigor y generosidad a la profesionalidad de los médicos, qué papel ejercía la justicia en todo este asunto, y se me hiela la sangre al pensarlo. Qué triunvirato divino, qué mezquindad, cuanta vileza y qué tamaña impunidad en torno a este, como a otros temas. Lo que no se supo en su día ya ha prescrito y los culpables se hallan libres de culpa. ¿Y sus conciencias? ¿Dónde las guardan? ¿Las han tenido alguna vez? ¿Prescriben en términos humanos la escasez o ausencia de ellas? ¿Pueden vivir sin que les duela eso que dicen que Dios nos dio y que se llama alma?

Pero el alma no duele, dirán ellos. No es nada físico, no tiene consistencia para temer un daño físico y la maldad no suele apretar en el cuello a los malditos. ¿Y cómo puede alguien llegar a despreciarse a sí mismo, porque estoy segura que eso lo hacen y se sienten llegar a su boca los mismos escupitajos que se lanzan, sin sentir verdadero pavor por sus actos pasados? ¿Cómo puede un ser humano vivir cargando con el peso de tanto daño ejercido sobre otros, y seguir viviendo? Porque no son humanos. Simple y llanamente porque no son humanos. Nadie puede ser humano y tan malvado al mismo tiempo. Ni las fieras lo son siendo tan fieras.
Pues así andaba yo mientras leía el libro de Manuel Machuca y me figuraba vivir siendo aquella mujer que no se cansó nunca de buscar a su hijo. Y yo me preguntaba qué habría hecho yo de haberme encontrado alguna vez en aquella situación. Podíamos ser coetáneas, haber vivido los embarazos y los partos sobre las mismas épocas, quizás hasta nos habrían asistido los mismos doctores. Pero no tuvimos la misma suerte. ¿Qué habría hecho yo de haber sido Fernanda quien sufriera la pérdida de un hijo que ya estaba temiendo?

Es imposible ponerse en su lugar. Es tremendo. Es asomarse al vacío de un volcán y calibrar en qué lugar del sol se guardarán los restos de tu miedo para seguir teniéndolo, porque mientras quede miedo queda esperanza. Es asombroso visualizar, aún desde lejos, desde las páginas de un libro que se mastican, desde las que nos salpica el dolor paciente, la búsqueda sin tregua, tranquila, sin aspavientos, y terminar ahí, sin prenderle fuego aún a más de un deseo de quemar lo inquemable, lo que no se termina, lo que no prescribe, lo que les sigue dando tregua para seguir mintiendo, fingiéndose meretrices, dioses, médicos. Y solo son enfermos.





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