2023-01-10 00:00:00

LA BATALLA POR EL BOLÍGRAFO

Autor: Manuel Machuca

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10 de enero de 2023

 

De nuevo surge en España el asunto de la prescripción farmacéutica. Un tema, por cierto, bastante superado en otros países, donde, sea por el pragmatismo o por anteponer las necesidades de la sociedad a los privilegios de un sector, han resuelto, y muy bien, por cierto, ampliando la capacidad de prescripción a profesionales de la farmacia y la enfermería, tanto en el ámbito comunitario como hospitalario.

 

Aunque por lo que he leído me huele más a corporativismo inverso que a resolver una necesidad social, soy de los que opina que la prescripción es un tema más político que otra cosa. Entiendo que el médico es el profesional capacitado para el diagnóstico y el pronóstico de la enfermedad, como también entiendo que la prescripción puede ser compartida, y si de hecho no lo ha sido a lo largo de la historia debió ser, en la época en la que no existían los farmacéuticos de hospital, antes de ayer en la historia, con la intención de evitar conflictos de interés entre quien prescribe y quien obtiene su salario mediante un margen comercial por la dispensación de medicamentos.

 

Ahora los tiempos son otros, y los farmacéuticos de hospital desean asumir responsabilidades prescriptoras, en el marco de una profesión en la que no existe el conflicto de interés que sí hay en la comunidad (por cierto, a ver si dejan de hablar de farmacéuticos de la calle, algo muy despectivo y que ellos deberían entender que es escupir para arriba), y en un entorno de trabajo multidisciplinar en el que médicos y farmacéuticos en el hospital se reconocen y respetan en sus capacidades

También creo que los tiempos son otros para las farmacias de la comunitarias, ¡comunitarias!, que podrían jugar un papel clave, al menos en la prescripción delegada y en la continuación de los tratamientos. Será, sin duda mucho mejor, establecer consensos para una evaluación del tratamiento en la farmacia, con el objetivo de continuarlo o sustituirlo, que las vergonzosas renovaciones de tratamiento que se hacen ahora, mediante el administrativo del centro de salud y el clic en el programa informático. También en la atención primaria se podrían establecer alianzas entre profesionales, pactar vías de actuación y dejar de escupir para arriba las miasmas de los corporativismos más desagradables.

 

Dicho esto, defendiendo y apoyando la prescripción para los farmacéuticos de hospital, solicitando de manera ferviente un acuerdo en la atención primaria en defensa de los sufridos pacientes de este país, que establezca pautas similares de actuación para los farmacéuticos de atención primaria, y abogando solo por la prescripción delegada para los farmacéuticos comunitarios, en tanto no se resuelvan sus conflictos de interés con otro modelo de remuneración; dicho esto, digo, creo que la batalla por el bolígrafo debe ir acompañada de otra batalla mucho más importante y sangrante, que no sangrienta (sangrienta solo en lo que se refiere a los anticoagulantes), que no incluye solo el manejo del bolígrafo sino la ingente tarea de resolver los PRB o problemas relacionados con el bolígrafo, que es lo que de verdad está dañando, matando a los pacientes, al sistema sanitario y a las prestaciones sociales. 

 

La cuestión no es solo prescribir, sino resolver una ecuación mucho más complicada, la de la complejidad farmacoterapéutica y sus malos resultados, porque se está más pendiente del bolígrafo que de evaluar si lo que se ha escrito con él está funcionando como debería. Y de eso, ay, no se habla. Por eso el tufillo que me llega lo siento más a corporativismo inverso.

 

No debe haber batalla por el bolígrafo sin asumir la responsabilidad de resolver los problemas de la farmacoterapia, y no de cualquier forma, sino de la manera en que se ha demostrado que es la más eficiente para los pacientes y el sistema sanitario. Y en esto, los farmacéuticos, de cualquier ámbito, con conflictos y sin conflictos de interés, tienen, tenemos, mucho que aprender y, me temo, que, en todos los ámbitos, hay pocas ganas de hacerlo, o de hacerlo a nuestra manera, a la que nos gusta. Y es que de esto leemos poco y opinamos mucho. Cuánto daño han hecho todos esos que enseñaban y enseñan todavía a los incautos lo que no han practicado en su vida.

 

Seguiré atento a la batalla. Mucha sangre no se verá, porque la mayoría de las hemorragias son internas.



Imagen tomada de la página de ASEFARMA