2023-07-23 00:00:00

CUANDO LA HISTORIA SE TRAGA A LA LITERATURA

Autor: Manuel Machuca

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Dieciséis años después de su aparición en Estados Unidos, la Editorial Bigsur, especializada en literatura basada en historias reales, publica las memorias de Ishmael Beah, un niño soldado que con apenas trece años fue obligado a combatir en la guerra civil que asoló su país, Sierra Leona, durante entre 1991 y 2002, una guerra que causó al menos cincuenta mil muertos y cientos de miles de desplazados en las versiones más optimistas. 

La historia comienza en 1993, cuando el pequeño Ishmael viaja junto a unos amigos a un pueblo cercano a participar en un concurso de rap. Durante el camino se ven sorprendidos por la llegada a la zona de los rebeldes del Frente Revolucionario Unido, que desde dos años atrás combatía al ejército, y tienen que huir a través de la selva para escapar a las matanzas que perpetraban a su paso. Tras una larga travesía en la que son testigos de las crueldades de una guerra despiadada, con pueblos arrasados y sus habitantes, no importa la edad, ejecutados, acaban cayendo presos del ejército nacional, que combate a la guerrilla en la región. A partir de ahí, los aspirantes a raperos se ven obligados a integrarse en sus filas y a participar en la despiadada violencia de la contienda, gracias al entrenamiento militar y, sobre todo, al consumo indiscriminado de drogas, que colaboran de forma imprescindible en la deshumanización del conflicto. Y el horror que antes veían lo comienzan a experimentar.

La novela aparece en 2007 en Estados Unidos, apenas ocho años después de la llegada de Ishmael al país, unos diez después de una experiencia tan traumática, cuando el ahora escritor y activista por los derechos humanos había cumplido los veintisiete. Esta cuestión no me parece baladí en un relato tan cruel y descarnado como el que nos cuenta. Resulta cuanto menos sorprendente la distancia que marca en tan poco tiempo con unos hechos como los que experimentó y en los que tuvo que participar, una transformación en la que en apenas unos meses pasó del inicio de la adolescencia a la barbarie. 

Hay en la historia una denuncia de la violencia, de la desculturización de los pueblos nativos de África, de la pérdida de sus valores ancestrales que ha provocado la inmensa avaricia de Occidente, esa enfermedad de la que se contagió Europa con la llegada de las primeras expediciones a América y que, lejos de curarse, se ha agravado e instalado en nuestra forma de estar en el mundo. Es una forma de denuncia que se realiza sin adoctrinar, sin pedagogía; simplemente con el relato de los hechos a través de la propia experiencia. Pero no podemos olvidar que en esta historia quien la escribe no es testigo sino protagonista, y asombra, al menos a quien esto escribe, la capacidad que ha tenido para liberarse de la carga de culpa que podría haberle atrapado como consecuencia de sus actos, más allá de la edad que tenía en aquel momento o las drogas que fue obligado a consumir para perpetrarlos. Superar una historia así, ser capaz de contarla en la forma que lo ha hecho, tiene un mérito personal enorme, y en el que sin duda participaron grandes seres humanos de su país y de Estados Unidos.

Un largo camino relata la adolescencia de un niño al que no le permitieron serlo. Y también la violencia extrema de una guerra en un país africano asolado por la pobreza, pero en el que nunca faltan armas ni municiones que no se fabrican allí. Estas memorias de un niño soldado que nos trae Beah son desgarradoras. Tanto, que se corre el peligro de escapar a la necesaria reflexión sobre víctimas y culpables. La violencia es tal que, como en los conflictos, se pierde toda capacidad de abstracción para tratar de comprenderlos con sus causas y sus consecuencias, con sus autores intelectuales y los materiales. 

La violencia lo destroza todo, incluso el análisis literario, que es el que debería haber hecho en un espacio como este. Resulta muy difícil detenerse a hablar del valor literario de la obra porque los hechos lo consumen todo. Quizás esté ahí su valor, el de presentarnos una historia tan dura ajena a las emociones, para que seamos los lectores los que las pongamos.

Ojalá seamos capaces como lectores de saber leer de verdad esta historia. Que es la historia desgraciada de unos jóvenes, de una juventud, en un país, en un continente Porque pecaríamos de superficiales si damos por terminado aquí el análisis. El armamento existente en un país africano, no necesariamente en manos del estado, es directamente proporcional a sus riquezas naturales, y esto nos mancha a todos. Una vez más, y después de intentar hablar de literatura, la historia se tragó mis palabras. Ojalá libros como este dejen de ser testimonios excepcionales de héroes y heroínas, y pasen a ser cimientos sólidos de ese Nunca más que necesita África.

Un largo camino. Memorias de un niño soldado (Editorial Bigsur, 2023) | Ishmael Beah| Traducción de Esther Roig |Novela |280 páginas| 19,95 |