Nací en Sevilla el 4
de mayo de 1963. Soy hijo de farmacéuticos y aunque me resistí a estudiar esta
carrera, y luego a terminarla, finalmente la culminé y me doctoré también en la
misma Universidad de Sevilla en la que cursé mis estudios.
He sido una persona
muy inquieta y abierta a experimentar con pasión nuevas rutas y caminos.
Uno de los aspectos
que más marcó de mi vida, además de una muy difícil vida familiar, fue el
deporte. Hice remo y fui muy mal deportista, pero las casualidades y un buen
amigo que ya no está, el gran Anchoa Muñoz, que era el entrenador del club, me
abrió a la experiencia de hacerme preparador.
Del remo aprendí
muchísimas cosas esenciales para la vida y que conformaron mi manera de estar
en el mundo, como la disciplina, el que no haya días para trabajar y días para
descansar sino objetivos por los que luchar y momentos que disfrutar. El remo
es un deporte muy duro para entrenar y aún más para competir. No hay ligas,
solo un objetivo final. Y si ese día la cagas, tienes que esperar un año para
resarcirte. Eso imprime carácter. Ese carácter lo he visto en muchos de esos
antiguos remeros, y creo que algo también en mí mismo, aunque a veces lo
disimule. Y también esas ganas de disfrutar de lo que hago, de creer en lo que
hago, de buscar un fin que vaya más allá de lo individual, a lo colectivo. Que
mi felicidad contribuya a la felicidad de los demás y que la felicidad es
absolutamente inseparable de la justicia social. Porque seguimos sin aprender
que la felicidad no es un rasgo individual sino compartido.
Dejé el remo en lo más
alto, con decenas de medallistas en Campeonatos de España, un subcampeón del
mundo y la invitación a colaborar con la selección española sub- 21 cuando solo
tenía 24 años con el objetivo de ir haciendo equipo para las Olimpiadas de
Barcelona. En ese momento decidí que lo dejaba. Sabía que si seguía por ahí
nunca sería farmacéutico. Llevaba ocho años estudiando y aún iba por la mitad,
aprobando lo que podía a trancas y barrancas, y no iba a poder vivir como yo
deseaba hacerlo. Días después de comunicárselo a mis colaboradores murió mi
padre. Debo reconocer que su fallecimiento, después de muchos años de
enfermedad, me facilitó mucho la salida sin tener que dar demasiadas
explicaciones, pero la verdad es que la decisión estaba ya tomada. Y aunque mis
recuerdos son maravillosos de aquella época y de las personas que conocí y de
nuevo regresé unos años al remo a través de mis hijos, nunca me arrepentí.
La segunda mitad de la carrera la hice en dos cursos y comencé a trabajar como farmacéutico. Me fui interesando por las facetas más asistenciales de la profesión, pero de pronto apareció otro momento clave en mi vida, cuando en 1994 decido ir como cooperante a la frontera de Ruanda con Zaire (actual República Democrática del Congo) y convenzo a Carmen de que se venga conmigo. Fueron dos meses de trabajo en los campos de refugiados de la ciudad de Goma, una experiencia personal y profesional inolvidable y que explica también mi sensibilidad hacia los procesos de cooperación y desarrollo y que más adelante constatara que había ayudas muy importantes para los países que nunca se quedarían en aduana alguna: las del conocimiento.
Y me empeñé en transmitir la
Atención Farmacéutica por todo el continente latinoamericano. Y así, desde el
año 2000 hasta nuestros días, físicamente o a través de la virtualidad
pandémica, me dediqué a formar farmacéuticos de muchos países con la esperanza
de transmitir y de aprender junto a ellos una práctica asistencial que podría
disminuir la morbi- mortalidad asociada a los medicamentos, una pandemia
farmacológica más antigua y duradera que asola
a los que han incorporado a los medicamentos como compañeros de viaje en
sus vidas.
Creí en que la
profesión necesitaba un cambio y lo encontré en el mundo de la Atención
Farmacéutica. Sobre esta disciplina volqué la energía que había aprendido a
desarrollar en la época del remo y me dediqué con ahínco a ella hasta que se ha
cruzado la literatura en mi camino.
En esta página puedes
encontrar gran parte de la producción científica realizada en este ámbito, en la
que siento el orgullo de haber conocido y trabajado con los mejores
especialistas del mundo. Pero mucho más allá de esta producción está el trabajo
con pacientes, las consultas asistenciales y docentes que he tenido la
oportunidad de haber realizado con pacientes de infinidad de países, gracias a
los que he podido comprobar que más allá de las culturas, nos une la humanidad
y la fragilidad que albergamos, y el íntimo deseo compartido de poder ser más
felices.
Gracias a mi
profesión, que me siento, como con el remo, tan orgulloso de haber ejercido,
conocí un continente maravilloso como América y también me enamoré de Portugal,
en especial, debo reconocerlo, de Lisboa. Lisboa, Buenos Aires, Montevideo son
ciudades con puerto de mar que he sentido mi casa. No son las únicas, pero
puede que sí las más especiales, aunque también lleve en mi corazón, sobre todo
por las personas que allí conocí, otros lugares como São Paulo, Santiago de
Chile, Lima, Bogotá, Medellín o Guadalajara. Cada lugar que visité tiene su
sitio en mi corazón.
América ha sido muy
importante en mi vida y estoy seguro de que lo seguirá siendo. Lo ha sido como
farmacéutico y también como escritor. Si ya El guacamayo rojo fue una
novela que ambienté en mi amada São Paulo, tiempo después, en Montevideo, tuve
la oportunidad de enrolarme en el proyecto artístico Mujer Migrante In-Off para
rescatar la memoria de la mujer migrante en Uruguay, un proyecto que me hizo
volver a América, esta vez como escritor y que comenzase, con la ayuda de mis
queridas actrices María Clara Vázquez y Verónica Caissiols y de mi poeta Silvia
Tocco, a hacer mis pinitos en la dramaturgia.
Y aquí seguimos,
dispuestos a alargar este texto y contar nuevos hitos. Hoy sigo en la tarea de
unir esos polos en apariencia separados, el medicamento y las artes. Por qué no
continuar hablando de arteterapia y de desmedicalizar a las personas a través
de esa medicina del espíritu que se nutre de la sensibilidad y del amor. Como
suele decirse en estos casos, esta película? continuará.